¿Qué hay más allá de esta oscuridad?

“ … caminas por el valle de la sombras … no estás sola … caminas por el valle de la sombras … no estás sola …”

Como un mantra, resonaba en mi mente, una y otra vez, mientras me sumía en una total oscuridad. Minutos antes, había podido fijar la mirada en una especie de bola de luz, que, ahora había desaparecido por completo, engullida por la negrura.

Estática y fria, como una figura de mármol, permanecí recostada sobre aquella sustancia viscosa que me rodeaba, incapaz siquiera de llenar los pulmones de aire por miedo a moverme ni un solo milímetro. Tragué saliva y conseguí a duras penas respirar hondo por primera vez en mucho tiempo, en un intento fallido por controlar aquella angustia.

Y de nuevo aquel susurro, penetrante. Aquella retahíla de palabras sin significado aparente para mi. Valle, sombras. La voz continuaba, incesantemente, vomitando señales incoherentes. Gemidos que se perdían en la distancia, sollozos y a veces, llanto.

Una ráfaga de aire acarició mi pelo al mismo tiempo que el vello de mis brazos se erizaba. Frio como un glaciar. Me envolvió durante unos segundos y luego desapareció.

De nuevo esa voz, sibilante.

“ … no estás preparada para lo que acontece… “

Mi cabeza negaba en un acto reflejo, fruto del miedo que era incapaz de controlar.

“ … lo ves?… lo ves allá a lo lejos?… “
Escondí la cabeza entre mis brazos, tratando de cubrir con ellos también mis oídos.

“… es inútil … no hay lugar donde esconderse … el futuro…”

Mi cuerpo se curvó aún mas, recordándome a la postura fetal. Mis dedos se abrieron en un intento por cubrir mi nuca y mientras tiraba con fuerza de mi cabeza en dirección a las rodillas, escuché de nuevo esa voz.

“ .. no temas a lo que ha de acontecer.. tan sólo es un salto hacia un nuevo tiempo, un tiempo de oscuridad y penumbra en el que tu portarás la luz. Un tiempo de llanto y dolor.. en el que tu serás insensible. Afortunado aquel que no sienta como la carne se pudre, como el gusano festeja la hora de la muerte con su voraz apetito…“

Lloraba. Por más que presionaba mis oídos, seguía escuchando aquella voz. Quise gritar, pero algo me lo impidió.

“ … si… es la hora del llanto… llora hija mía, llora por todos aquellos que no podrán llorar…”

Mi corazón latía cada vez con más fuerza y era consciente de que en cualquier momento podría estallar. No quería morir. No quería escuchar. No quería saber.

“… del mismo modo que las sombras se funden con la noche, tu te fundirás con la muerte… “

– Noooooooo!!!! – Conseguí gritar al mismo tiempo que sentí como mi cuerpo se licuaba a través del frio suelo. Ya no había carne.
“ … caminas por el valle de la sombras … no estás sola … caminas por el valle de la sombras … no estás sola … eres la luz … guíanos…”

– ¿Abuelo?

– Estoy aquí.

– No puedo verte.

– No es necesario.

– Abuelo ¿dónde estoy? ¿qué hay más allá de esta oscuridad?

Silencio.

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