En las profundidades del cosmos, donde las raíces del gran árbol Yggdrasil se entrelazan con los secretos del destino, habitan las Nornas. Tres hermanas eternas, Urd, Verdandi y Skuld, se sientan al pie del árbol sagrado, tejiendo el hilo de la existencia.
Urd, la mayor, observa el pasado. Sus ojos cansados reflejan las antiguas historias que han dado forma al universo. Con sus manos arrugadas, toma los hilos ya tejidos, recordando los eventos que llevaron a cada ser a su momento actual. Es ella quien preserva la memoria de los reinos, desde los dioses hasta los mortales.
A su lado, Verdandi, la tejedora del presente, entrelaza los hilos que se despliegan ante ella. Con una habilidad inigualable, teje la tela del ahora, asegurándose de que cada acción encuentre su lugar en la vasta red del destino. Sus ojos brillan con la intensidad del momento, capturando la esencia efímera del tiempo en cada puntada.
Skuld, la más joven, observa el horizonte del futuro. Con una mirada misteriosa y a menudo insondable, corta los hilos que aún no han sido tejidos. Su tijera brilla con una luz fría, y cada vez que se levanta, el universo tiembla, pues su mano marca el fin de una era y el comienzo de otra.
Las tres Nornas trabajan en silencio, conscientes de su poder pero también de su responsabilidad. Bajo Yggdrasil, el árbol de la vida, ellas dan forma al destino, no solo de los dioses, sino también de cada criatura que habita los nueve mundos. Sus manos nunca descansan, pues el destino es una danza eterna, una trama que jamás puede ser completada.
Yggdrasil, con sus ramas que se extienden hacia el cielo y sus raíces profundas que beben de los pozos sagrados, es el testigo silencioso de su labor. El gran fresno siente el flujo del tiempo en sus hojas, y aunque algunos destinos están escritos en sus raíces, otros aún están por revelarse.
En el corazón de este gran árbol, las Nornas siguen tejiendo, sabiendo que aunque los tiempos cambien, el destino siempre será un hilo que debe ser hilado, tejido y cortado.